10 febrero 2010

Cheeeeeeeeese!

De buena mañana haciendo cola en Correos, el señor de delante gruñe algo imperceptible, saca su DNI y lo lanza sobre el mostrador de la funcionaria quien con cara de circunstancias se levanta muy profesionalmente para ir a buscar el envío del señor.

-Aquí tiene.
-Adiós.

Me toca el turno y veo la cara de inmensa felicidad (modo ironía: ON) que ha dejado la anterior experiencia en la cara de la funcionaria. Doy un paso adelante con una sonrisa que se cotiza muy cara a esas horas de la mañana, modulo amablemente un "Hooooola" y le tiendo el DNI para dárselo en la mano.
Si mezclamos 'sorpresa', 'alivio' y 'alegría' tendremos una descripción bastante aproximada del nuevo semblante de la funcionaria.
-Así que pasamos el otro día y no te pillamos, eh
-Sí, siempre me toca venir a recoger este tipo de envíos
-No padezcas, ahora enseguida te lo saco.
La despedida sigue con un tono parecido.

Despachar correspondencia detrás de un mostrador no parece de entrada un trabajo atrayente, pero ¿realmente estudiar átomos o ser ingeniero de sonido o representante de deportistas son opciones tan fantásticas? ¿Por qué? ¿Qué tienen de especiales?
Durante unos segundos la funcionaria que cuento seguro que ni siquiera ha tenido la noción de estar trabajando, sino de estar ayudando a alguien, y cuando ha visto mi cara de gratitud se ha sentido de putamadre. Seguro además que ha recibido todavía con cierta sonrisa en la cara al siguiente cliente y éste, a poco que la haya mirado, no habrá podido evitar corresponder en la medida que sus preocupaciones, educación y estado general de ánimo le haya permitido.

Yo por mi parte he salido contento de ver que nos hemos contagiado buen rollo, y eso me dará cuerda durante un rato para seguir manteniendo esa actitud.

Esto es una rueda, una pescadilla que se muerde la cola, pero alguien tiene que empezarla, alguien ha de arriesgarse a una hernia de corazón y ofrecer la primera sonrisa del día.
¿Por qué no yo?

No hay comentarios: