Así dicen que contestó un presidente de los EE.UU. a sus consejeros cuando éstos, mediante un "Señor, este hombre es un hijo de puta", cuestionaron el apoyo que brindaba a uno de tantos dictadores latino americanos del siglo pasado.
A mi, en la F1 me sucede algo parecido: entre Hamilton y Alonso me quedo con el ovetense. Tal vez comparar a Alonso con un dictador cabrón sea una exageración, pero es que con opiniones e informaciones tan dispares sobre su persona ya no sé qué pensar. Lo que sí está claro es que su asesor de imagen es peor que lavarse en un bidé lleno de pirañas; el piloto asturiano tiene perdida la batalla de la Prensa frente a su sonriente compañero
briton. El caso es que precisamente esa imagen tan colgate,
friendly y simpática del
rookie del año en la F1 es lo que me escama. Desconfío de aquellos que desde el primer momento se muestran como hijos secretos de Gandhi y la madre Teresa de Calcuta. Asumiendo el peor escenario, es decir que ambos sean unos auténticos chulos de mierda engreídos, y ante la obligación de elegir me reitero: me quedo con nuestro hijo de puta, además tiene el plus de partir con desventaja en puntos y quizá en otras cosas más oscuras... Vamos, que tiene el encanto de las causas perdidas.
El 21 de octubre sabremos quién es el nuevo rey de la F1, mientras tanto los dirigentes de este negocio se frotan las manos ante la enorme expectación que dentro y, sobretodo fuera, de la pista ha levantado esta temporada. Yo mismo he vuelto a ver carreras (por cierto, mejor por TV3 mediante TDT y en panorámico), y regularmente echo un vistazo a sitios de internet como
http://www.blogger.com/www.thef1.com o la sección de
Formula One de The Times.
Algunas carreras son aburridas, lo admito, pero más allá de la incertidumbre por el resultado y los posibles adelantamientos espectaculares, me encanta la belleza de las imágenes, por ejemplo:
Oops, no, bueno sí, estas también, pero me refiero a los coches, que son como obras de arte rodantes con su colección de alerones, difusores, pontones y demás argucias que inventan los ingenieros para tratar de limar las milésimas que pueden otorgar una pole.
Me encanta ver esos neumáticos enormes con caída hacia el interior del vehículo para ayudar a trazar las curvas, los rápidos contravolantes de los pilotos cuando el Traction Control se da por vencido, los saltos bestiales al pasar por los pianos, el humo al clavar los frenos, etc. En definitiva, belleza.
Durante el último Grand Prix, el de Brasil, apoyaré a Alonso, pero si tiene la mala suerte de perder el control del coche provocando que en su salida de pista le acompañe Hamilton, dejando así el camino libre para que el amigo Kimi gane y se corone campeón pues, en fin, habrá que sonreír y felicitar al finés. ;-)